El Cuerno de África se ha convertido en un escenario de intensa actividad geopolítica, donde potencias regionales e internacionales mueven sus piezas con estrategia y cautela. La importancia del Mar Rojo, una ruta marítima vital que conecta el Canal de Suez con el Océano Índico, ha atraído la atención de actores con ambiciones que van más allá del comercio y la seguridad marítima.
En este tablero de ajedrez geopolítico, cada movimiento es calculado. Países como China, Estados Unidos, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos, entre otros, han establecido bases militares y acuerdos de cooperación con naciones del Cuerno de África, buscando asegurar sus intereses y extender su influencia en una región que es clave para el control de una de las arterias comerciales más importantes del mundo.
China, con su base en Yibuti, ha demostrado un interés particular en proteger sus rutas comerciales y su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. Por su parte, Estados Unidos, que también posee una base en Yibuti, enfoca sus esfuerzos en combatir el terrorismo y asegurar la navegación libre y segura.
Mientras tanto, Turquía ha fortalecido su presencia en Somalia, apoyando al gobierno local y expandiendo su influencia cultural y económica. Los Emiratos Árabes Unidos, por otro lado, han invertido en infraestructura portuaria y han establecido acuerdos militares y económicos con Eritrea y Somalilandia.
Este ajedrez geopolítico en el Mar Rojo no solo refleja la competencia por el control de rutas marítimas estratégicas, sino también la lucha por la estabilidad política y el desarrollo económico en una de las regiones más volátiles y estratégicas del planeta.
