De cuando había revista impresa a estos tiempos de revista digital.
Antes: Antonio era el que aprobaba o censuraba los dibujos, diseñaba, redactaba textitos y se quejaba de la poca publicidad.
Ahora: El Darío Finelli se puso la web al hombro y no da abasto para actualizar la catarata de chistes del Hornes, Héctor y Leíto.
Antes: Nosotros dibujábamos en papel, la tecnología incipiente estaba en manos del Davezies.
Ahora: No tuvimos más remedio que aprender de viejos gagá a manejar una laptop, un escáner, una tablet digital o programas como el Photoshop.
Antes: Teníamos una sección de chismes llamada “La corneta”.
Ahora: Los chismes y comentarios corren por las redes sociales.
Antes: Nos enviaban cosas de garrón solo poniendo un dedito p’ arriba.
Ahora: Pedimos por delivery para que nos traigan cosas y no salir.
Antes: El Pepe López era el vendedor estrella, nos rompía las pelotas y una vez al año la hacía toda con la Guía de Camping.
Ahora: El Pepe López se jubiló, ta en cuarentena por la edad, sigue rompiendo las pelotas por whatsapp y reclama una comisión del 20% de esto que es gratis.
Antes: Teníamos equipo de fútbol que era la excusa perfecta para escaparnos de casa un domingo y juntarnos a chupar y comer después de cada partido.
Ahora: Tenemos grupo de Whatsapp donde nos enviamos fotos con alguna que otra cervecita junto al parrillero. Ni al juego FIFA le entramos en cautiverio sanitario.
Antes: En la redacción habitaba la gata “Montse”.
Ahora: En casa estamos prendidos del ratón mouse.
Antes: Madrugábamos para tener la revista fresquita y recién impresa.
Ahora: Cuando subimos el último dibujito o actualización, nos vamos a dormir.
Antes: Cada uno trabajaba en su casa e íbamos a la redacción a entregar y cobrar.
Ahora: Por la cuarentena entregamos on line y no vamo’ a cobrar ni un dólar.
Antes: Lo más jodido era contagiarnos resfríos y gripe en la redacción.
Ahora: En casita y conectados nos cuidamos de los virus informáticos.
Antes: En los cierres corrían litros de cerveza de los bares coreanos de la calle Juan Carlos Gómez.
Ahora: De boliches coreanos o chinos por el momento no queremos saber nada.